lunes, 12 de octubre de 2015

La areté

Cuenta Heródoto en su libro VII un episodio en el enfrentamiento de los persas contra los griegos justo después de la batalla de las Termópilas.

Mardonio, hijo de Gobrías, uno de los generales en jefe del ejército persa del rey Jerjes había sido defensor de la idea de invadir la Hélade, frente a otro detractor de la empresa, Artábano, cuyo hijo Tritantecmes, a la sazón otro de los generales al frente del contingente persa, compartía la opinión de su padre que pensaba en lo innecesario de aquella empresa y en las grandes dificultades que entrañaba.

Artábano, al igual que su hijo, fue sabio consejero del rey Jerjes. Ya lo fue de su padre Darío quien inició el plan de invadir Grecia. Plan que continuó su hijo Jerjes tras la muerte de aquél.

Después de la batalla de las Termópilas en la que el ejército griego combatió heroicamente, pero perdió con claridad, los persas siguieron camino hacia el Peloponeso cuando un grupo de arcadios se ofreció al rey persa para combatir a su lado, pues buscaban alguna remuneración. No obstante, la gran mayoría de los arcadios combatía contra el persa. 

El rey preguntó a los mercenarios, qué hacían los griegos, en referencia a los juegos olímpicos (*) que se desarrollaban por esas fechas. Jerjes se intrigó por el premio que recibían los vencedores en los juegos. Estos respondieron, ante la sorpresa del rey, que su premio era una corona del laurel, tras lo cual Tritantecmes, delante del rey y de todos, no pudo guardar silencio y dejando entrever cierto desasosiego por el enemigo al que se enfrentaban agregó, aludiendo a Mardonio:

"¡Ay Mardonio, contra qué clase de gente nos has traído a combatir! ¡No compiten por dinero, sino por amor propio (**)!"





(*) Los juegos consistían en una serie de pruebas atléticas de velocidad, de medio fondo y fondo, pruebas de pentatlon, de lucha, pugilato y pancracio y las carreras de carros que despertaban mayor interés. Había también las ceremonias y sacrificios de inauguración de los juegos. 


(**) Según Carlos Schrader, literalmente "por areté" La anécdota es típicamente griega, al exaltar la areté, frente al dinero, un tema típico de la cultura aristocrática arcaica

jueves, 23 de abril de 2015

Heródoto, Libro III. Una ética griega.

Heródoto, en su libro III habla de Periandro, hijo y sucesor de Cípselo, tirano de Corinto que por "error", "descuido" o váyase a saber, mató a su mujer, Melisa, quedando este profundamente afectado. 

Tenía dos hijos, el mayor que era un poco lerdo, según se cuenta, y el menor, Licofrón, más espabilado, a los cuales llevó Periandro a los dominios de su suegro Procles, en Epidauro, quien les contó, como de forma anecdótica a sus nietos, la muerte de su madre. A la vuelta de su viaje, Licofrón que desconocía ese hecho, afectado por la muerte de su madre a manos de su padre se negó a hablar con este y con el tiempo acabó confesándole las razones de la conducta que mantenía hacia él. 

A pesar de que Periandro trató de justificarse, Licofrón no depuso su actitud y aquel lo expulsó a la isla de Corcira donde permaneció hasta que su padre, ya viejo, quiso hacer que regresara para hacerle sucesor suyo ya que no veía aptitudes en su otro hijo mayor para llevar las riendas del gobierno. 

A todo esto, Periandro se apoderó de Epidauro en represalia porque, a su juicio, Procles había sido el responsable de aquella situación.
Licofrón se negó a tomar el poder y finalmente Periandro envió como mensajera a su hija, quien tiempo atrás debió de haberse encargado del cuidado de Licofrón en ausencia de su madre y ésta intentó persuadirle aleccionada por su padre. Así dicen que le habló la hermana:


¡Vuelve a palacio! ¡Deja de perjudicarte a ti mismo! La obstinación es algo contraproducente; no trates de remediar el mal con el mal (Proverbio éste que encontramos también en Esquilo)
Muchos, a la estricta justicia, anteponen la equidad más moderada (La hermana de Licofrón distingue entre el derecho estricto, díkaion, y la equidad, epieíkeia, distinción que se formularía en el aforismo, summum ius summa iniuria), aforismo que aparecerá en la obra de Cicerón De officis. 

"A mayor justicia, mayor daño" o "suma justicia, suma injusticia",
 en el sentido de que la aplicación de la ley al pie de la letra a veces puede convertirse en la mayor forma de injusticia - fuente de Wikipedia.
(y aprueba la actitud de los que, como su padre, no anteponen un legalismo estricto a la epieíkeia, esto es, a la <<interpretación moderada y prudente de la ley según las circunstancias de tiempo, lugar y persona>>, ya que, como causante de un asesinato involuntario, Periandro podía apelar a circunstancias atenuantes. Sobre la distinción entre díkaion y epieíkeia, Aristóteles, Ética a Nicómaco V 14, 1137b; Retórica I 13, 1374 b 27.)

(Periandro, según fuentes peripatéticas, formaba parte de los <<siete sabios>>, personajes más o menos legendarios que vivieron en los siglos VII y VI a.c. y que rindieron notables servicios a las comunidades griegas como jueces, legisladores, etc. Lo cual hizo que, con sus máximas, perduraran en el recuerdo incluso en los casos - como el de Periandro - en que fue dudoso el valor moral de sus actos. Periandro fue víctima del juicio condenatorio sobre los tiranos y, según Diógenes Laercio, I 30, ese fue el motivo de que Platón (Protágoras 343 a) no lo incluyera entre los <<siete sabios>>.

La letra cursiva corresponde al texto del libro de la colección Gredos y el texto entre paréntesis está sacado de los comentarios explicativos del traductor Carlos Schrader.

Más adelante Schrader hace un interesante comentario:

Periandro, hijo de Cípselo, rey de Corinto, sucedió a su padre por derechos de nacimiento, y su crueldad y violencia convirtieron la realeza en tiranía...Impidió a los ciudadanos comprar esclavos... imaginando sin cesar trabajos para ellos.
Quien permanecía sentado en el Ágora era castigado, pues temía que se conspirara contra él.