viernes, 14 de febrero de 2014

Heródoto. Libro I. La osadía de Candáules.

El rey Creso es quinto descendiente en la dinastía Mermnada que reinó en Lidia y cuyo primer exponente fue Giges, un cortesano amigo del rey Candaules de la dinastía Heráclida.  ¿Cómo un cortesano pudo llegar a reinar e imponer su propia dinastía hereditaria?

La conocida historia del rey Candaules, de los Heráclidas, por la que quizá podríamos considerarlo precursor del vuoyerismo (o al menos parece que es la primera mención histórica de algo parecido) cuando insta a su cortesano amigo para comprobar in situ  la belleza al desnudo de su esposa, la reina.

Y cuenta Heródoto que el rey Candaules pidió a Giges que observara escondido a su mujer mientras esta se desvestía en la alcoba en compañía de Candaules, de forma que aquel se ocultó con la intención de no ser visto por la reina para observar su inigualable belleza. 

La reina descubrió al mirón, se hizo la longui y con perversas intenciones llamó al cortesano para pedirle explicaciones. Así que éste confesó el fondo de la cuestión que a la postre significaba su sacrificio. No obstante, la reina se sintió dolida en su pudor y orgullo de cara a su pervertido marido y le propuso a Giges una posible salida airosa asesinando a su marido para que Giges ocupara su lugar consumando así su venganza hacia Candaules.

Giges, a pesar de ser amigo del rey, prefirió ser ejecutor a victima y acabó con su rey ocupando el trono de Lidia. Comenzaba así  el primer reinado de la dinastía Mermnada.

Parece que era costumbre entender en aquella época que los pecados, en este caso el de Giges, tuvieran su justo castigo por los dioses y éste castigo tomaba efecto en la quinta generación (*) posterior coincidiendo precisamente con el reinado del rey Creso cuyo final relata Heródoto que no cree demasiado en las explicaciones mitológicas para justificar los hechos de la historia, aunque sí cuenta con ellas en algunos casos para intentar comprender el equilibrio al que parece que tiende todo de manera que, una acción desmesurada, puede compensarse con su contraria y establecer así ese equilibrio.

Creso sufre las consecuencias del pecado de Giges por haber vulnerado el equilibrio que debe tener un hombre para estar en paz con los dioses y, como su contemporáneo Polícrates de Samos, no podía vivir en permanente suerte de gracias, afortunado en todo e indemne en batallas, la desmesura (hybris) le llevó a pagar aquella osadía generacional como veremos en la siguiente entrada.








(*) El interesante libro del padre Juan Chapa, "Historia de los hombres y acciones de Dios" explica la historia de la salvación desde un punto de vista pedagógico de Dios hacia los hombres y hay un paso de personalización en el pecado que recae sobre la persona que lo comete y no sobre las generaciones sucesivas (hasta la quinta generación) como se entendía en épocas anteriores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario